Consideramos fundamental para comprender y trabajar el género y la diversidad que rompamos los preconceptos y nociones que se tienen sobre estas categorías. En este sentido, es importante que podamos reconocer que mucho de lo que se piensa y la manera en la que se actúa obedece a prejuicios construidos históricamente sobre lo que significa ser lesbiana, gay, bisexual, travesti, transexual, transgénero, intersexual o queer.
En nuestro país se han reglamentado leyes de vanguardia (como la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género) que reconocen y buscan garantizar el libre ejercicio de las orientaciones sexuales: lésbica, homosexual, gay, bisexual o heterosexual e identidades y expresiones de género diversas. Las personas pueden presentarse de distintas formas y es importante respetar todas las autodefiniciones, ya que esto constituye su integridad.
La diversidad nos permite hablar de la variedad en todos los órdenes de la vida. En nuestra sociedad encontramos diversidades: culturales, sexuales, religiosas, étnicas, etc.
Cuando hablamos de diversidad sexual nos referimos a las prácticas, expresiones, identidades, discursos y políticas en las que se pone en juego la sexualidad, entendida como una experiencia amplia atravesada por las relaciones sociales, afectivas, políticas y culturales diversas. Si además de tales experiencias se pone en cuestión la normativa heterosexual impuesta, nos referimos a disidencia sexual.